Catedral de Santiago de Compostela
Cabo Finisterre © Turespaña
Palacio de Rajoy, Santiago de Compostela © Turespaña
Playa de Langosteira © Turespaña
Plaza de las Platerías © Turespaña
Antiguamente, acercarse hasta Finisterre suponía llegar al final del mundo conocido (el Finis terrae), así como la culminación de los peregrinajes europeos. Esta ruta es una prolongación histórica del Camino de Santiago, que también se puede hacer de forma tradicional, a pie en tres etapas. ¿Quiere saber qué se va a encontrar? Villas marineras, paisajes fascinantes de acantilados, y antiguos pazos y casas señoriales.
La opción que presentamos está pensada para realizarla en coche y disfrutarla cómodamente en familia. Partimos de Santiago de Compostela, tomando la carretera en dirección a la ría de Muros y Noia. A unos 40 kilómetros llegaremos precisamente a Noia, localidad que conserva su encanto medieval y marinero. Entre otros sitios, hay que visitar la iglesia gótica de San Martiño, que empezó a construirse en el siglo XV, y la Iglesia de Santa María a Nova, que data del siglo XIV.
Después, recorreremos el recortado litoral de la ría, para detenernos en Muros, cuyo casco urbano bien merece un paseo. Así, conocerá edificios como la Iglesia de San Pedro, antigua colegiata de Santa María, que cuenta con una portada románica del siglo XII; la capilla de San Antón y el santuario de la Virgen del Camino y Hospital de Lazarados, del siglo XVI.
Al abandonar Muros, nos encontraremos con el Monte y la Laguna de Louro, un espacio natural interesante por su diversidad de aves y su vegetación de marisma, que discurre a lo largo de la línea de dunas y playas del litoral. A partir de este punto, la carretera sigue por la costa, atravesando paisajes naturales de gran valor.
Así, pasaremos por la extensa playa de Carnota, muy concurrida en verano, por el Monte Pindo, y por la pequeña ensenada de Ézaro, desde cuyo mirador podremos contemplar la espectacular desembocadura del río Xallas en el océano Atlántico, a través de una cascada de cien metros. Este fenómeno natural fue aprovechado para la construcción de una presa hidroeléctrica, cuyas instalaciones acogen el Museo de la Electricidad y el Centro de Interpretación del Monte Pindo y Cascada del Xallas.
Las siguientes paradas son las dos poblaciones marineras de Cee y Corcubión, situadas en el entorno de la ría de Corcubión. En Corcubión no se pierda la Iglesia de San Marcos, de origen románico, el Pazo de los Condes de Altamira, levantado en el siglo XV, y la Casa de Miñones, cuyo estilo funde la arquitectura gallega con elementos modernistas. Asimismo, en julio, celebran su popular Feria Medieval.
Retomamos el viaje y, enseguida, vislumbramos la silueta del cabo de Finisterre que, durante mucho tiempo, se consideró el punto final de las tierras conocidas por el hombre. Su faro, construido en 1868, es uno de los lugares más visitados de toda Galicia. En la villa de Finisterre (Fisterra, en gallego), además, podremos visitar la Iglesia de Nosa Señora das Areas, que posee partes románicas, góticas y barrocas; la Ermita de San Guillermo; el Castillo de San Carlos, edificado en el siglo XVIII y actual sede del Museo del Mar; o el Cementerio del Fin de la Tierra, diseñado por el arquitecto César Portela.
Descubrirá que los faros y los populares hórreos gallegos están presentes continuamente a lo largo del viaje. Esta zona también cuenta con abundantes restos prehistóricos y megalíticos (dólmenes, petroglifos, castros celtas, etc.). Otra propuesta interesante es prolongar la ruta hasta Muxía: son 28 kilómetros, que se pueden realizar a pie por un camino señalizado. Además, Muxía es un buen punto de partida para recorrer los paisajes abruptos de la Costa da Morte de Galicia.
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