Las ciudades de este recorrido, que en su día contaron con prósperas poblaciones judías, también poseen destacados conjuntos monumentales. Además, programan a lo largo del año actividades relacionadas con la cultura sefardí (festivales, exposiciones, visitas guiadas, jornadas gastronómicas...). Para no perderse nada, lo más recomendable es acudir a las oficinas de turismo y centros de información antes de iniciar la visita.
Tres de los destinos de la ruta se hallan próximos a Madrid. Son Toledo, Segovia y Ávila, cuyos cascos históricos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En la judería de Toledo, la famosa “ciudad de las tres culturas”, le sorprenderá el arte mudéjar de las sinagogas de Santa María la Blanca y del Tránsito. En esta última también encontrará el Museo Sefardí y, muy cerca, la Casa del Judío, con su patio de yeserías. En Segovia, visite el Centro Didáctico de la Judería y la antigua sinagoga mayor en la Iglesia del Corpus Christi; sin olvidar la carnicería judía, sede actual del Museo de Segovia. En Ávila, pásese por la casa del rabino (calle Reyes Católicos) y la sinagoga de Don Samuel (Plaza del Pocillo), transformadas hoy en hospedería y vivienda respectivamente.
Tiene tres paradas más en la zona de Extremadura: Hervás, Plasencia y Cáceres. El barrio judío de Hervás es un encantador laberinto de callejuelas declarado Conjunto Histórico. En la judería de Plasencia acérquese al Parador de Turismo y al Palacio de Carvajal, edificios que ocupan el emplazamiento de sus viejas sinagogas. Por el conjunto monumental de Cáceres, también nombrado Patrimonio de la Humanidad, lo que no hay que perderse es el Palacio de la Isla del siglo XVI, dentro de la judería nueva, ya que mantiene elementos de la sinagoga sobre la que se construyó.
Rumbo a Andalucía, existen otras dos ciudades: Córdoba y Jaén. En la primera de ellas, inscrita asimismo en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, muy cerca de la Mezquita encontrará el bello trazado de la judería. Su Sinagoga es toda una delicia mudéjar y, justo enfrente, la Casa de Sefarad recrea, en un inmueble del siglo XIV, el ambiente hebreo cordobés. En la judería de Jaén podrá ver la Iglesia de San Andrés, cuya estructura evoca claramente su pasado de sinagoga, y la escultura del “menoráh” (candelabro de siete brazos), homenaje a la diáspora sefardita.
Si se dirige a Cataluña, hallará Barcelona, Girona, Besalú y Tortosa. En la primera, el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona y el Centro de Interpretación del Call (“call” era el nombre que recibía la judería) son visitas imprescindibles para conocer la comunidad hebrea que habitó la ciudad y los vestigios que se conservan. Durante el paseo por el barrio judío medieval de Girona, entre al Museo de Historia de los Judíos y el Instituto de Estudios Nahmánides. En Besalú podrá admirar los únicos baños judíos encontrados en España hasta el momento. En Tortosa comprobará que conserva la estructura laberíntica de su judería casi intacta, así como el Portal de los Judíos, uno de sus accesos originales.
Por las provincias de Zaragoza, La Rioja y Navarra, figuran otros cuatro puntos: Tarazona, Calahorra, Tudela y Estella. No se pierda en Tarazona las curiosas casas colgadas, construidas sobre la judería vieja, y la exposición del Centro de Interpretación Moshé de Portella. En Calahorra la vieja torah se guarda en el Museo Diocesano, sin embargo la sinagoga se situaba en la actual Iglesia de San Francisco. Las viviendas de piedra y ladrillo de la judería de Tudela recuerdan dónde habitaron algunos ilustres hebreos. Estella, destacada parada del Camino de Santiago, también ha recuperado parte de su patrimonio sefardí como, por ejemplo, las murallas de la Judería Nueva.
Todavía le quedarán por conocer algunos destinos más. Empezando por la monumental ciudad de León, cuya antigua judería se localiza en el popular Barrio Húmedo; y siguiendo por Oviedo (en la Plaza Porlier tiene el plano con los principales sitios sefardíes que existieron). Ya en Galicia, los barrios judíos de Monforte de Lemos y de Ribadavia, en donde se celebra, cada agosto, la Festa da Historia, que recrea el ambiente hebreo medieval. Por último, Palma de Mallorca, en las Islas Baleares, cuyo pasado sefardí está presente en el trazado de las calles del Sol, de les Escoles o del Temple.