Extraordinario ejemplo del arte barroco por la pincelada suelta y enérgica, la composición helicoidal, el uso de la luz y la sensación de movimiento de la obra.
Autor de numerosas Inmaculadas, en los últimos años de su vida Murillo crea una fórmula ideal en la que aparece la Virgen vestida de blanco y azul, con las manos cruzadas sobre el pecho, pisando la luna y con la mirada dirigida al cielo. Esto le da un claro impulso ascensional, muy barroco, que coloca a la figura de María en el espacio divino habitado de luz, nubes y ángeles, y que sirve para aunar dos tradiciones iconográficas: la de la Inmaculada propiamente dicha y la de la Asunción.
Características de la obra
Objeto
Cuadro
Dimensiones
274 cm x 190 cm
Técnica
Óleo
Materia
Lienzo